Esta es una ruta marcada, balizada y señalizada anteriormente y que añadimos a nuestro catálogo de rutas senderistas por los alrededores de Horche.
Al igual que las rutas anteriores, la iniciamos junto a la oficina de turismo de la localidad, ya que en sus cercanías es posible aparcar el vehículo.
Proponemos por tanto una sencilla ruta para disfrutar en familia con los niños y que no reviste ninguna dificultad.
Cambio de inicio de la ruta:
Debido al mal estado en que se encuentra en estos momentos parte del itinerario que transita por las huertas y de una manera provisional, el senderista al llegar al Lavadero y Fuente Vieja, continuará por la derecha, Calle Hospital, para seguir desde este punto el itinerario de nuestra ruta.
Una vez se haya subsanado esta incidencia:
Desde la citada oficina dejaremos atrás la ermita de San Roque y por la calle San Roque llegamos a la plaza mayor donde se encuentra el ayuntamiento; aquí hay una fuente y dos bares. Desde la misma plaza parte la calle Mayor en descenso, poco después cogemos la de la izquierda, la calle de las Fuentes que desemboca casi frente al lavadero y la fuente vieja.
Es en este punto donde continuamos a la izquierda para seguir un tramo por la calle Calvario (esta calle termina en la entrada natural a Horche desde la antigua N-320). Nosotros no llegaremos a este punto, pues un poco antes, unos 200 metros, sale a la derecha un camino que desciende y que tiene por nombre Cuesta de la Máquina. Este camino es el lugar de regreso de la ruta de La Fuensanta.
Aquí vemos ya un panel de la ruta senderista con toda la explicación de la ruta. Avan-zamos en descenso unos 150 hasta un cruce, donde giraremos a la derecha y nos encontramos con una mesa de interpretación que nos pone en antecedentes de la ruta. En este punto nos metemos por intrincadas sendas y caminos que recorren las huertas horchanas y sirven a sus vecinos de caminos para llegar a ellas. En algunos puntos el agua corre a nuestros pies por intrincados canales que llevan el líquido elementos a las sedientas huertas.
El laberíntico camino y callejones siguen entre las huertas de la Armuñuela y pasa por debajo del viejo convento franciscano, obra de siglo XVI y en algo menos de un kilómetro salimos a la fuente vieja y el lavadero, quizás una de las obras arquitectónicas más bonitas de la localidad.
Cogemos la calle de la izquierda, la calle Hospital, que destaca por algunas casas soportaladas y pasaremos junto a la fuente nueva, que será un buen lugar para aprovisionarnos de agua. Y un poco más adelante una bifurcación junto al viejo matadero, cogeremos el de la derecha, ya que el de la izquierda desciende al valle y es el camino de regreso de la ruta que viene del valle del Ungría. Y unos metros más adelante volvemos a coger el de la derecha, este de la izquierda es el camino por el que va y vuelve la ruta al Picuzo. (En pocos metros se unen tres rutas)
El nuevo camino recibe el nombre de Camino de la Fuente del Cura y al principio está algo asfaltado, que se pierde rápidamente. A ambos lados hay diversas viviendas residenciales y muchos huertecillos. El camino es cómodo y apenas reviste desnivel. Poco a poco abandonamos el casco urbano y vemos otro tipo de paisaje. Olivares a ambos lados, algunos cuidados por la mano del hombre y otros abandonados y el paisaje de la sierra del Picuzo, las vegas de Horche y la del Ungría.
A casi un kilómetro del cruce anterior llegamos a la Fuente del Cura, la tenemos a la izquierda, bajando unos escalones. Se trata de una fuente de un solo caño del que mana abundante agua y de un pilón. Aunque la fuente se construyó en 1913, fue restaurada por varios vecinos de la villa, según reza una inscripción sobre el caño del manantial.
Continuamos nuestro cómodo paseo, admirando y deleitándonos con las vistas y el paisaje hasta que a los 700 metros llegamos al Paraje de las Fuentes, en una doble curva a izquierda y derecha. Aquí una bonita fuente con doble caño, pilón y abrevadero escalonado nos permitirá desfrutar de nuestra jornada de senderismo. El lugar está acondicionado con bancos. Continúa el carril en suave ascenso hasta que se junta con un buen camino ancho que en sí es una cañada pecuaria, la cañada Lorenzo, en el alto de la meseta alcarreña, giramos a la derecha y ya el paisaje cambia por completo, con amplios paisajes cerealistas de secano e incluso a lo lejos, en días claros se ve la sierra de Guadarrama.
El carril continúa y hasta que en un kilómetro y medio nos topamos con la ermita de San Isidro, en medio de la estepa. Y ya al pueblo; al entrar en las primeras casas hay un espléndido mirador para observar una bonita vista de Horche e incluso los dos valles antes mencionados, el de Ungría y el del Tajuña.
Desde aquí en pocos minutos volvemos a la oficina de turismo, dejando a un lado la plaza de toros, donde finalizamos esta pequeña excursión.